Origen y difusión
En el caso de Puerto Rico, los estudios recientes
realizados por arqueólogos botánicos reportan el hallazgo de residuos micro
botánicos de maíz (fitolitos, polen y almidón) en excavaciones realizadas en
Vieques (Puerto Ferro), en Ponce (La Maruca) y en el estanque Maisabel al norte
de la isla. Los sedimentos encontrados podrían
remontarse a 2,800 años antes de la era actual, como lo es el caso de La
Maruca.
Así que, contrario
a como se pensaba, el maíz era conocido por los indígenas del Caribe varios
milenios antes de la llegada de los conquistadores europeos en el siglo XV de
nuestra era.
Maíz taíno
El maíz es gramínea
anual, de vegetación activa y de raíz profunda. Prefiere
los climas cálidos y los suelos
húmedos. Sólo una semilla procrea plantas que pueden sobrepasar los diez pies de altura. Mucho antes de los avances de la agroindustria, los taínos acostumbraban a
sembrarlo a luego de ponerlo en remojo
por dos días, prefiriendo los días de lluvia para cultivarlo y así adelantar su
germinación.
Las mazorcas podían recolectarse,
en suelos fértiles, en noventa días. Conocida por los indígenas caribeños
siglos antes de la llegada
de los europeos, la espléndida fertilidad de esta planta fue celebrada por el historiador Gonzalo Fernández de Oviedo cuando habló de
la finca que tenía en Santo Domingo hacia 1540:
“Este maíz desde a pocos días nace, porque en cuatro meses se coge, e alguno hay
más temprano, que viene a tres. E otra simiente hay que se coge desde a dos meses después que
se siembra….
El
historiador estimaba, además, que una mazorca podía contener
entre doscientos y trescientos granos.
La planta, además, es muy promiscua. Tiene un altísimo potencial para reproducirse y
fertilizarse, sea con su propio polen, como también con los que vengan traídos por el viento y que pertenezcan a su misma especie. Es por esta cualidad que
los europeos encontraron diversas clases a su llegada al Caribe a fines del siglo XV. Cristóbal Colón, por
ejemplo, quedó sorprendido al ver que le obsequiaban vino de maíz de diferentes
colores, entre ellos de color “blanco,
morado y colorado”.
Pocos años después,
Bartolomé de las Casas encontró que los taínos sembraban y cogían maíz en dos
épocas del año y, según el propio cronista «era menudo y de muchos colores,
morado y blanco, y colorado y amarillo, todo esto en una mazorca». El ciclo
lunar acostumbrado para sembrar las simientes era, como nos narra Oviedo, «al
principio de la Luna, porque tienen por opinión que, así como ella va creciendo
así va creciendo la cosa sembrada».
Hacia 1540 se estimaba que 6,456 m 2 de buena tierra sembrada
de maíz podía dar dos cosechas de hasta
13,950 libras.Detalle de El velorio de Francisco Oller
(1892)
Culinaria maicera taína
En la cocina maicera indígena, el maíz tenía dos cualidades culinarias principales: se podía comer sus granos frescos -asados o hervidos- en la propia panocha-; y podía hacerse harina con ellos, moliendo los granos después de oreados al interior de los bohíos. Según Fernández de Oviedo, los indígenas lo comían en «grano tostado o, estando tierno, sin tostar, cuasi seyendo leche». Sobre su transformación en harina y otros usos culinarios, el cronista nos dice:
“Las indias, en especial lo muelen en una piedra de dos o tres palmos más o menos de longitud, é de uno é medio ó dos de latitud cóncava, con otra redonda ó rolliza luenga que en la mano traen, á fuerza de brazos echando agua é dexando pasar algún intervalo,poco a poco, no cessando de moler…..Se hace una manera de pasta o masa, de la cual toman un poco e hacen un bollo [y] envuélvenlo en una hoja de la misma caña… y cuécenlo [en agua]..., si no lo quieren cocer, asan esos bollos en las brasas…, y endurécese el bollo, y tornase como pan blanco… y hace su corteza… y de dentro hace miga algo más tierna que la corteza.”
Las ejecuciones agrícolas y culinarias que los indígenas caribeños
venían haciendo desde la época prehispánica fueron rápidamente aprendidas
por los conquistadores recién llegados. Y aunque en un principio no apreciaron
su generosidad como comida- pues consideraron los granos comida de animales y
no de humanos- al poco tiempo sí asimilaron de los tainos que al convertir los granos secos en harina se podía hacer pan y poleadas. Para confeccionar esta última, con sólo añadirle agua y revolver la harina, se obtenía una gacha reconfortante, abastecedora y alimenticia que sirvió a los europeos
para alimentarse y sobrevivir las travesías
marinas y las inciertas expediciones
por los bosques caribeños. Estas
fueron las formas que más sirvieron a los europeos
para aceptar el maíz en los
primeros años de la conquista.
Andando el
tiempo, aprendieron a comerlo de todas las formas. Cuando en 1598 las tropas
inglesas tomaron a San Juan, al mando de George Clifford, Conde de Cumberland,
el capellán de la flota probó el maíz y dejó el siguiente testimonio:
“Además del casabe
cuentan con el maíz, del cual se hace un
pan muy fino, que usan mucho... Hay dos clases..., el más pequeño no se diferencia mucho del arroz; en proporción tamaño y gusto: éste nunca le ví en plantación o crudo, pero le he visto en la fuente,
y al principio lo tomé por arroz, exceptuando que yo me creí que estaba un poco inflado. Los que lo comían decían que sabía a arroz. La otra clase la he visto en plantíos
y es la misma o se parece
mucho al grano que nosotros llamamos trigo; crece con un tallo nudoso como una caña con grandes hojas esparcidas; crece hasta la altura de braza
y media por lo menos, y en la misma punta
brota la mazorca".
Por su facilidad de cultivo, por la rapidez con que daba frutos para comer (asados o hervidos), por la capacidad de conservación de sus granos secos, porque sus desechos
servían de forraje, y porque se podía hacer pan y vino, el maíz
conservó un lugar especial en la agricultura y en la alimentación en los siglos
que siguieron. Hacia 1627, el cabildo de San Juan lo declaró un artículo de
primera necesidad, porque con él, como con la yuca, se podía hacer pan cotidianum,
es decir, el alimento de todos los días.
Sobre el maíz en la dieta de los africanos y
los campesinos, y sobre su cultivo y sus recetas, hablaré en mi próximo
escrito.
REFERENCIAS
Blake, M., B.
Benz, D. Moreiras, et.al., «Ancient Maize Map, An Online Database and
Mapping Program for Studying the Archaeology of Maize in the Americas; en:
http://en.ancientmaize.com/.
Laboratory of Archaeology, University of B.C., Vancouver. 2017, consultado en
febrero 25 de 2021.
de Las Casas,
B., «Apologética Historia de las Indias»;
en: Las Casas, Historia de las Indias,
Madrid, Imprenta de Miguel Ginesta, 1876, tom. V.
Fernández de Oviedo,
G. Historia General y Natural de las Indias, Madrid, Imprenta de la Real
Academia de la Historia, 1851, Primera Parte, Libro VII, Capítulo I.
Layfield, J., «Relación del viaje a Puerto
Rico de la expedición de Sir George Clifford, Conde de Cumberland, 1598»; en:
C. Coll y Toste, Boletín Histórico de Puerto Rico, San Juan, P.R. : Ateneo Puertorriqueño
y Editorial LEA, 2004, 14 vols., vol. 5.
Pagán
Rivera, J. «Early phytocultural processes in the pre-Colonial Antilles: A
pan-Caribbean survey for an ongoing starch grain research»; en: Corinne L. Hofman and Anne van Duijvenbode
eds., Communities in Contact: Essays
in archaeology, ethnohistory & ethnography of the Amerindian
circum-Caribbean, Leiden, Sidestone Press, 2011, pp-87-116.
Piperno, D. R. , A. J.
Ranere, et. al., «Starch Grain and
Phytolith Evidence for Early Ninth Millennium B.P. Maize from the Central
Balsas River Valley, Mexico.» en: Proceedings of the National Academy of
Sciences vol. 106 núm 13, 2009, pp. 5019-5024.
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