Citrus cinensis Agustín Stahl (1883) |
La china mandarina pertenece a la variedad de cítricos de
cáscara delgada y suave. Corresponde a la especie que ordinariamente llamamos mandarinos
(Citrus reticulata, Citrus unshui y Citrus reshni). Incluso
algunos híbridos también le son parientes, como el Citrus tangernia,
llamado así desde el siglo XIX porque se introdujo a los Estados Unidos desde
la marroquí ciudad de Tánger. Las mandarinas tienden a ser pequeñas, algo
achatadas y fáciles de pelar, y su nombre tal vez le venga del color ambarino
de la vestimenta de los “mandarinos”, los cultos funcionarios de gobierno
durante la antigua China Imperial.
La mandarina se cultiva desde aproximadamente 3,000
años atrás. Algunos expertos indican que pudo haber tenido dos orígenes: en
China, o en Cochin China (Vietnam del Sur). Otros, a diferencia, concluyen que
es originaria de la India o del archipiélago Filipino. Pero si sobre su origen
tienen discrepancias, en lo que sí están de acuerdo es en que su propagación
por el mundo es difícil de trazar, pues su traslado hacia el Cercano Oriente-
desde donde pasó al mediterráneo norafricano-, se dio en etapas históricas
separadas. Igualmente concurren en que el cultivo de la mandarina en occidente se
inició a principios del siglo XIX (1805), cuando se llevaron dos variedades de
mandarinas a Inglaterra directamente de Cantón; y que hacia mediados del siglo
XIX las mandarinas eran cultivadas extensamente en el mediterráneo italiano, y
con más prominencia en Sicilia.
Al momento del descubrimiento europeo del
Caribe Insular, cítricos como la naranja dulce (Citrus cinensis) y la
mandarina (Citrus reticulata) no formaban parte del amplio reino frutícola
de los taínos. No obstante, al poco tiempo de iniciarse la conquista española,
se introdujeron semillas de naranjas traídas de Córdoba y Sevilla, posiblemente
de las cinensis que trajo a Lisboa Vasco da Gama en su viaje de regreso
de la India en 1499. Por eso, es muy posible que la que se haya sembrado
inicialmente en Puerto Rico fuera la Citrus cinensis, es decir, la que
comúnmente llamamos en Puerto Rico “china”. Del tamaño y del sabor de
estas quedó prendado el obispo de Puerto Rico, Fray Damián López de Haro,
cuando las probó en 1645, alabándolas al decir que eran “más grandes y mejores
que las de allá”.
Pero
curiosamente el fraile no hizo referencia a la china mandarina.
Igual ocurrió mucho tiempo después, cuando en su libro Estudios
sobre la Flora de Puerto Rico (1883) el botánico aguadillano Agustín Stahl identificara
a la Citrus cinensis (en la ilustración arriba) en la rica flora borincana, pero no hiciera lo
propio con la mandarina. Lo mismo ocurrió en el estudio de Orartio F. Cook,
The Economic Plants of Puerto Rico (1903). Y más sorprendente aun es que la mandarina no
apareciera en el informe Propagación y venta de las chinas en Puerto Rico,
preparado por la Estación Experimental Agrícola de Puerto Rico en 1904.
¿Se
habrá introducido a Puerto Rico recientemente? ¿Ciento veinte años atrás,
digamos? ¿Es la mandarina una
adolescente en nuestra historia alimentaria? Es muy posible.
Sea como haya sido, no
debemos creer que la mandarina fue ignorada por agricultores y por la población
rural puertorriqueña una vez se introdujo, semilla o árbol. Que la joven
naranja no comparezca en los escritos botánicos, en los censos agrícolas del
siglo XX, o que no haya ni una receta con ella en los recetarios de cocina
antiguos, con seguridad se debe a que su propagación se realizó poco a poco- tal
vez de semillas o arbolitos traídos desde las Filipinas o de Valencia durante los
últimos años de la colonia española; o desde las plantaciones de la Florida a
principios del siglo XX-, por agricultores o individuos interesados en ella más
como “comida de mano”, que como mercancía. Si así fue, la pequeña mandarina
quedó escondida detrás del valor económico que tuvo, - y aún tienen en Puerto
Rico- cítricos como la china dulce, la toronja, los limones y la chironja.
En estos últimos años, y para
bien, la moza mandarina comienza a asomar su rostro. En el 2016-2017 se
registraron 748.3 cuerdas sembradas, y se cosecharon 13.3 millones de unidades.
Y si en Puerto Rico consumimos hoy casi un 39.47% de chinas dulces y mandarinas
producidas aquí, ahora nos toca sacar a la joven naranja del escondite,
patrocinado más su consumo.
Por último, y como habrán
experimentado ustedes, nuestra naranja, madura y en sazón, es pequeña – 2”
a 2” ½ de ancho, por 1 ¾ a 2 ¼ de alto- y muy fácil de pelar. Una
vez se hunde el dedo para rasgar la piel, inmediatamente se respira un aroma a
limoncillo con tonos de pino navideño y tomillo. Al menos ese es el repertorio
olfativo que me trajo la que comí al comenzar estas líneas.
Cuando le lleguen mandarinas
en el box de Producepr, rasguen la cáscara y olfatéenlas. Me pueden escribir
sus impresiones sensoriales por aquí, o por info@thefoodstorianpr.com
¡Buen provecho!
Referencias
Bonavia,
Emanuel, The cultivated oranges and lemons, etc. of India and Ceylon: with
researches into their origin and the derivation of their names, and other
useful information, London: W. H. Allen, 1888.
Departamento de Agricultura de
Puerto Rico. División de Estadísticas Agrícolas, Frutas frescas en proceso
de cómputos de consumo per cápita: chinas y mandarinas, Preliminar al 5 de
marzo de 2019.
Fernández de Oviedo, Gonzalo, Historia
General y Natural de las Indias, Parte Primera; Madrid, 1851.
Henricksen,
Henry, “Citrus Culture in Puerto Rico”; en:
Agricultural Experiment Station, Bulletin No. 33, February 1930.
Kiple, Keneth y
Ornelas, Kriemhild, eds., The Cambridge World History of Food, Cambridge
University Press, II vols. 2001.
McGee, Harold, Food
and Cooking: An Encyclopedia of Kitchen Science, History and Culture,
London, 2004.
Oratio F Cook y N.G Collins, The Economic
Plants of Puerto Rico, United States National Herbarium, vol. III, parte II, 1903.
Stahl, Agustín, Estudios
sobre la flora de Puerto Rico, San Juan, 1883.
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