sábado, 13 de octubre de 2012

Joshua y Kamila se ponen dieta



Se encontraron cara a cara de nuevo, esta vez recogiendo los vidrios de la botella de Champagne debajo de la mesa que arreglaban como bar. Cubiertos por el festón, jugaron a los amantes furtivos antes de jurarse que no procrearían un tercero. Razonaron que con Leila, la chiquita de cinco años, y Gabriel, el mayor de once, era suficiente. Además, tenían la pareja.

Desde las seis de la tarde la  familia y amigos compartieron un aniversario que tuvo como tema la realización de varios sueños: casa nueva en los suburbios, trabajo estable durante una década económicamente frágil, y un hogar conformado. El suegro de Joshua, retirado del servicio postal, brindó por la vida desahogada, pero sencilla y ejemplar, que su yerno y Kamila habían llevado durante once años.
 -Han sostenido los lazos familiares y los amigos íntimos, como tiene que ser -dijo. 

           Fue esa misma noche que Kamila decidió poner a su familia a dieta. Las fotos del álbum de boda que mostró, con la esperanza de avivar memorias dulces en la sobremesa, provocaron comentarios y bromas que le sentaron mal, como el de Raymond, su primer novio, un abogado mediocre y falfullero casado hacía exactamente once años con Perla, su confidente en la high y en sus años de prepa en la Iupi."
¡Qué buena vida ahh.!- despepitó Raymond mientras repasaba las fotos. Levantó la vista y añadió con sarcasmo:
- "Buena vida no es vida buena, como decía Muñoz Marín. Eso lo aprendimos en la clase de historia. ¿Te acueeeerdassss Joshhhh?”

          Raymond alcanzó a ver dos que le motivaron un chiste cruel. En ellas aparecía Joshua en pelotas, mirando directamente a la cámara, enseñando su cuerpo en forma y en postura de luchador profesional. En efecto, fueron las únicas que Kamila consideró decentes del centenar que le regalaron a su marido tres días después de que lo despidieran de soltero sus amigotes. En realidad ella no encontró razón alguna para buscarle un lugar en el álbum, como quería Joshua. En la fiesta del aniversario de oro de sus padres, otra vez las escondió en la solapa del álbum antes de mostrárselo por quinta vez a su mamá. Ahí fue que las encontró Raymond. Y recordaba muy bien la ocasión. Así que se volteó hacia Joshua, y  le cantó cínicamente: 

- "La pipa es lo de menos la la la..tu eres un gordo bueno.. la la la...."

       Kamila fingió hacerse la distraída, y se levantó a recoger los cubiertos de los invitados adultos. Todos notaron el rubor en sus mejillas. Cuando se retiraba a la cocina, tuvo la oportunidad de clavarle los ojos a su primer novio, y le sonrió con las muelas de atrás, pensando para sí que esa noche, en algún momento, aplacaría la humillación.


     El momento vino pasada la medianoche, cuando la pareja acompañó a los requedones hasta la puerta. Raymond sujetaba el picaporte con la mano izquierda para sostenerse, en una despedida que hizo a Joshua exclamar "pa` la horizontal es que voy." Perla le cogió las llaves del bolsillo y se dirigió al auto. En ese instante, Kamila sintió la libertad de mirar la pansade Raymond, flácida y exaltada por el exceso etílico y los platos de más. Con un ademán sexy, procuró que Raymond sintiera el calor de su mirada en la barriga. Perla regresó para finalizar la despedida, y con una sonrisa que escondía todo el despecho del mundo, Kamila le dijo frente a su mujer:


- No corren más los de alante si los de atrás corren mucho. Tu barriguita es un tajo".


   Al desvestirse, Kamila se miró al espejo, como lo hacía todas las noches frente a la cómoda. Confrontada por su imagen gordita, recordó la nueva política que hacía veinte días había anunciado su empresa y la de Joshua. Quiso de pronto enterrar la historia por la que brindó su padre, ésa que a fuerza de workaholism le había hecho llegar a los dos a dónde estaban.


   Lo logró sólo un instante, pues al vestirse el pijama observó en el espejo el cuerpo desnudo y fofo de Joshua tendido en la cama, como un fardo de arroz. Sintiendo que ella también era parte del problema, se resignó a la explicación del psiquiatra antes de acostarse : el eros y el libido son impulsos naturales, pero se encienden a partir de fantasías creadas.


   Ponerse a dieta fue idea de Kamila. Comenzó a proponersela a su marido en lo que ya ella llamaba la tregua, esa pausa que últimamente pedía Joshua en medio del fragor del amor. Mirando al techo, y con tono comprensivo, resolvió recordarle a Joshua cómo, a puro talento y cojones, ambos estaban donde estaban- él gerente de marketing publicitario en una empresa especializada en industrias de comidas de conveniencia, y ella coordinadora de la división de atención al cliente en el Banco Millenium, especializado en préstamos comerciales-.


En el desayuno, Kamila volvió a la carga, esta vez con tono exaltado. Al coger la tocineta del sartén para servir a su marido, Kamila profirió al aire:

-¡Jodíos chamaquitos! ¡La línea, la línea....!Acabaditos de llegar, y la figura capta y persuade....! 

Se sentó y siguió, motivada por la renuencia de Joshua a comentar. -Tu y yo hemos hecho el trabajo. ¿Cierto o falso? Si no ganan, que se las arreglen. ¿Ahora tenemos que cambiar el look? ¿Cómo es  éso de que si no nos ponemos a dieta nos jodemos?-.



Sumido en el silencio de la resaca, Joshua entendía perfectamente la monserga. Sabía que la nueva visión del cuerpo podía cambiar el futuro de los dos.
Otra vez se acercó los pankaces y la tocineta, y sirvéndose, miró a Kamila por primera vez luego del amor. Le dijo:
- Mañana llamo a Sheila-
Y Kamila añadió:

- Dile que vamos tres. Hay que meter a Gabriel en esto. Al carajo con el “couch potatoing”.

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