Leo en facebook cantidad de platos que salen de las cocinas caseras de enclaustrados y enclaustradas. Veo tantas a dirario que alguien pudiera apuntarlas- necesita disciplina, claro, pero tiempo teneis de sobra-,y crear un 'Recetario en tiempos de pandemia'.Hay en este recetario una vuelta al paladar memoria, a lo que comimos cuando eramos nenes y se nos formaba el gusto y las aversiones; hay homenajes al hervido y amasado con tubérculos de nuestra agricultura ancestral, con aquellos que ninguneamos en tiempos "normales"; postres con harinas íntegras que sólo se amasan cuando le tememos al gluten; Baked Alaska con frosting de pastelero profesional, a fuerza de batir y batir claras porque tienen el tiempo culinario que les roban 8 horas de trabajo, y en el wikén es para comerlo y hacerle un selfie en púbico; clases de cocina de cómo hacer corned beef con ketchup y sin sofrito; cremitas de infancia y sánwiches que reafirman el trinomio clásico de jamonilla/salchichón/ Carmelas de pollo/, con esas latas rescatadas de la 'mochilita de los auxilios seismicos' que se olvidó en el closet. Pero a no dudarlo, en esta culinaria virtual de pandemia hay gestos alimentarios que le declaran la gruerra al tedio con la practicidad, y no menos con el esmero que a veces falta en tiempos de empleo y dobles tareas.Hacemos de tripas corazones, es decir, calmamos las palpitaciones de la ansiedad con una cocina que nos da sentido en medio de la crisis sanitaria. Y si me preguntaran, la receta más sorprendente fue la siguiente: un emparedado con mollejas picaditas -que sobraron de una sopa de pollo del día anterior según su autor- untadas de mantequilla de maní. ¡Un twist Thai, ciertamente! Todos son actos que, por más riviales que parezcan,tienen la intención de encontrarle significado al encierro con aquello que a veces ni nos damos cuenta que ES vida: la comida.
The Foodstorian
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