La llegada al Caribe de este generoso fruto, originario
del Archipiélago Malayo, tiene tras de sí una historia asombrosa, llena de
propósitos científicos imperiales, repleta de miedos a levantamientos esclavos,
y colmada de temores a la escases de alimentos en las colonias inglesas del
Caribe.
Y como si fuera poco, la historia de su arribo
fines del siglo XVIII está llena también de aventuras de marinos promiscuos en
la isla de Tahití- a donde se fue a recolectar la pana-, y desencuentros y
motines entre tripulantes furtivos, contramaestres y capitanes.
Si bien
se sabía de antemano el hábitat geográfico del árbol del pan, la primera expedición
para traerlo al Caribe (1787-1790) es famosa por el motín contra el capitán
William Bligh a bordo de la barca Bounty,
revuelta que terminó con la toma del buque por 25 rebeldes, el embarque forzado
de Bligh y 19 marinos en una pequeña lancha, su intrépido regreso a Inglaterra,
y claro, la pérdida de 1,015 brotes de pana que había recolectado el capitán en
Tahití para llevarlos a Jamaica. Tan dramática fue la primera expedición, que
los diarios de abordo de Bligh han servido de guion para llevar el drama de
este viaje al cine desde 1935.
El
fracaso de la primera expedición en busca de un fruto barato y abastecedor para
los esclavos fue seguido de un segundo viaje (1791-1793) a cargo del propio
Bligh, que sí tuvo el éxito esperado. Entonces, en febrero de 1793, desembarcó en Jamaica 2,126 plantas de
pana, incluyendo la Artocarpus
heterophylus, que entre nosotros llamamos pana de pepita.
Paradójicamente, todo el esfuerzo puesto en la
búsqueda del generoso amiláceo no produjo la expectativa alimentaria esperada
por los administradores de los ingenios: la pana no fue aceptada como comida
por los esclavos en las plantaciones inglesas.
Barry Higman, en su voluminoso libro Jamaican Food: History Biology and Culture
(2008) considera que la repulsa a la pana- a ambas variedades, la de semilla (Artocarpus altilis) como a la sin
semilla (Artocarpus heterophylus), se
debió a que los esclavos vieron el asunto como otro ejercicio de poder de parte
de los hacendados para no fomentar las llamadas “parcelas de provisión”, lotes de tierra marginal que en otras
plantaciones caribeñas- especialmente las francesas- se les daba a los esclavos
para complementar y diversificar la alimentación de las raciones.
La fecha exacta del inicio del cultivo de la
pana en Puerto Rico es muy incierta. Pero hipotéticamente se puede pensar que
fue luego del 1815, cuando los puertos allende San Juan se abrieron al comercio
con Gran Bretaña y sus colonias inglesas.
Igual,
cabe pensar que la reproducción del árbol
de pana en Puerto Rico fue lenta y muy gradual, pues la planta no se
reproduce por semillas, sino por brotes o capullos que nacen silvestremente en
sus raíces. Lo mismo debió ocurrir con el árbol cuyo fruto es la pepita de pana, que puede germinarse en
semilleros, pero requiere cuidados extremos para su posterior crecimiento.
Lo curioso es que, a diferencia de como ocurrió
en las colonias británicas, en Haití y en Cuba- en las que la pana y su
pariente se destinaron más a forraje de los animales- en Puerto Rico ambos
frutos se aceptaron como alimento básico una vez se diseminaron por vegas y montes
con suelos de buen drenaje y alta
humedad.
Como quiera que haya sido su propagación, los registros botánicos para Puerto
Rico indican que hacia 1903, tanto la pana
como la pana de pepita se habían
asentado en la geografía de la Isla. Hacia 1909 ambos frutos eran vendidos en
los mercados de abasto de San Juan y Santurce.
Más adelante, en 1926, se llevaron a la página
escrita recetas de pana y pepitas de pana -16 con pana y 4 con pepitas de pana- en el manual de cocina Tropical Foods, escrito en el Departamento de Economía Doméstica de
la Universidad de Puerto Rico. Vale destacar que algunas, que están muy de moda
hoy día, se transmitieron adelante a partir de este curioso manual, que hoy
tiene 93 años. Dignas de mención son las lascas
de pana gratinadas, croquetas de pana,
chips de pana y pollo relleno con majado de pepitas de pana.
Posteriormente, en el clásico Cocine a Gusto (1950), nuestro primer
gran recetario de la modernidad, se publicaron 6 recetas, entre ellas Soufflé de pana. De aquí en adelante se considera una falta de
identidad culinaria no encontrar una receta con pana en los recetarios que se
denominan de cocina puertorriqueña,
tanto escritos en Puerto Rico como en la diáspora.
Hacia 1951 se cosechaban en Puerto Rico, en
números brutos 538,420 quintales de panas. Esta cifra bajó a 100,000 quintales
en 1975. Es muy posible que el desarrollo urbano de la modernidad y la
posmodernidad hayan contribuido a esta baja, así como también la complejidad de
llevar al árbol de pan - y al de pepita- a un sistema de plantación
organizado, pues la recolección de ambos frutos requiere calendarios muy
precisos para que no se sobre maduren. Y ni pensar de la dificultad de “bajar”
los frutos de dos árboles que pueden llegar a sobrepasar los 50 pies de altura.
Si nos
remitimos exclusivamente a la pana,
su importancia alimentaria queda demostrada por el hecho de que por 38 años
consecutivos se ha llevado a cabo el Festival
de la pana en el comunitario barrio de Mariana en Humacao. Así también por
el hecho de que varias agro-empresas han visto las oportunidades económicas que
brinda la centralidad del fruto en los hábitos alimentarios puertorriqueños.
Esto ha llevado a las noveles compañías a superar las complejidades de su
cosecha y distribución.
La pana tiene dos temporadas de cosecho. Una
comienza en febrero y se extiende hasta abril. La otra- las más prolongada-,
comienza a fines de mayo y se extiende hasta fines de agosto. La Artocarpus altilis es más que una
conocida en nuestras comidas. Ha sido, sin duda, la “pana” fuerte de nuestra
alimentación por muuucho tiempo.
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